Seguidores

viernes, 3 de febrero de 2012

Ahora solo quiero meterme bajo las sábanas y no salir en mucho tiempo.

Es esa sensación de no saber que hacer. Es querer echar las culpas a otro cuando lo más seguro es que tú seas el problema y tú misma la solución.
Un prado, en una montaña, césped, mucho césped, todo húmedo y yo, mi pelo salvaje, alborotado, largo, rebelde… cubre mi cuerpo. Mis botas, aquellas que me acompañan tras cada paso, tras cada cagada, tras cada alegría, mi enorme camiseta, rota sucia, estropeada y ése rimel corrido por la cara. Sólo quiero escapar, correr cuesta abajo, sin parar, no puedo parar a mis piernas, ¿una actitud cobarde? Tal vez. pero solo quiero ser yo, escapar de esa rutina, de tanta superficialidad, hipocresía, falsedad, de toda esa mierda que me rodea. Tropiezo, caigo al suelo, mi cara se llena de barro, mis botas se anotan un fallo más, pero no me dejan, están ahí para ayudarme a levantar, pero yo no quiero, sigo en el suelo, me doy la vuelta, miro al cielo, es hermoso, hay tantas cosas que esconde, que descubrir, que aprender… ¡Y yo quiero progresar! pero sé que me volveré a caer, que va a ser muy duro…
Silencio.
Abro los ojos, todo fue un sueño, una jugada de mi mente. Rodeada de cojines y mantas, chocolate caliente, de mi soledad, mi amada soledad, ella me hace reflexionar, me muestra quien soy yo y en lo que verdaderamente me estoy convirtiendo.
Miedo.
Desprecio.
Acto reflejo. Mis manos cubren mi cara con las mantas. Me acurruco. Cierro los ojos. Respiro. Huyo. Duermo. Estoy en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario